1. Libro: Butter de Asako Yuzuki
Se me hizo agua la boca con las descripciones de comida mantequillosa y algunas instancias de lenguaje figurado son verdaderamente inolvidables (como la comparación de la cavidad de un pavo con unos “ojos insondables”). Además, la portada de la versión en inglés tiene un diseño exquisito y presume la arriesgada advertencia: novela sobre comida y asesinato, lo cual me parece francamente irresistible. Sin embargo, lo sentí más largo de lo necesario y aunque pretende hacer un comentario social, no creo que realmente interpele, problematice o confunda a nadie. Es algo suave en ese sentido. Entiendo por qué tuvo tanto éxito en Japón, pero literariamente lo considero prescindible (tristemente).

2. Expo: Sebastião Salgado en el Museo Nacional de Antropología
Esta expo está desde febrero y pueden verla hasta mayo. Voy un poco tarde, pero supongo que es mejor que nunca. Es imperdible. Las 200 fotos colgadas son IMPRESIONANTES; la museografía es bastante vanguardista para un museo tan tradicional, y el proyecto de Salgado es trascendente y bellísimo. Aprendí algo interesante: en la selva amazónica existen “ríos voladores” que se elevan por encima de la extensión arbórea, cargando vapor de agua en mayor cantidad que el propio Amazonas. Cada día, aproximadamente 17 mil millones de toneladas de agua fluyen desde el río hacia el Océano Atlántico, pero se estima que alrededor de 20 mil millones de toneladas suben de la selva hacia la atmósfera todos los días.



3. Restaurante: St Jacques Bistrot
Es exactamente lo que esperarías de un bistrot francés en Polanco: un concepto redondo, bien ejecutado, clásico pero relajado; el servicio es impecable; el logo, divertido; con sistema de sonido H.A.N.D. y vinilos de jazz, funk, pop y alternativo por todos lados; los conspicuos libros de Assouline como parte de la decoración (también Rizzoli: Basquiat & Warhol, la Bauhaus—la sal y pimienta del arte moderno), y algunos libros de cocina.
El espacio es sumamente luminoso: madera clara, piso de terrazo (verde olivo y verde pino sobre blanco!), espejos grandes, marcos y paredes azul cobalto; una cocina abierta con sus cacerolas de cobre, soupières chauvigny, y hasta alcancé a ver un arsenal de 500 escargots listos para un hornazo y salir al mundo.
Por supuesto, la comida es buenísima. Un French 75 para empezar, fresco; aceitunas y un brioche marmoleado de huitlacoche con mantequilla en forma de conchas de mar; paté, ostiones, tártara de ternera, mejillones al vino blanco, curry & mantequilla, papas trufadas. Yo acompañé con un par de copas de vino rosado seco, frutal, frío, buena recomendación del personal.
Esta experiencia es el tipo de libertad que saboreo tanto en soledad. 2/3 aspiracional, pero vivir en el autoengaño es mi deporte favorito y 100 % repetiría.




4. Galería: Maison Celeste @_maison_celeste
Fui a conocer esta casa de huéspedes/espacio creativo en Condesa, donde encontré exhibida una sofisticada curaduría de arte y diseño (en ese momento incluía la obra de Marco Lorenzetto (@marco_lorenzetto), Mario Arroyave (@marioarroyave), Katia Guzmán (@kat_guz) y Lola Villegas (@lolavillegasstudio), así como dos propuestas culinarias muy interesantes: Arda y Yamata. Todo está montado en una casona increíble de más de 100 años.
En esta ocasión cené en Arda, un espacio airoso, con plantas, madera y un potente aroma ahumado; comida increíble. Hice la nota mental de volver a Yamata. En general, vale la pena darse la vuelta y estar al tanto de sus propuestas: es un lugar fresco y fancy en el mejor de los sentidos.
Mi compañía esa noche fue maravillosa: la amiga más elegante. Tan buena estaba la conversación que olvidé tomar más fotos.


5. Bar: Voltaje
¿Alguna vez, ya entrada la noche, han pasado por la intersección Medellín con Viaducto y visto un changarro oscuro, a ras de calle, donde claramente hay algo ocurriendo y ustedes se lo están perdiendo? Mi noche del viernes pasado terminó ahí, donde nos recibieron a P. y a mí con un “pulquito de frutos rojos” de un litro y una propuesta auditiva sin duda interesante (¿techno-rock underground?).
Todos vestían de negro y, nosotros, de blanco, ¡ja! Lugar sui generis y 100 % no para cualquiera, pero cómo me divertí. Diría que, si cachas la vibra, vas a estar más que bien. Luego fuimos por tacos al Chalet, a menos de una cuadra, otro lugar sui generis que debe tener más de 50 años en pie.



6. Libro: Paradise Rot de Jenny Hval
Novela muy breve que literalmente palpita con descripciones sensoriales crudas (humedad, putrefacción), simbolismo sobre la condena y el pecado, un impresionante léxico micológico y MUCHOS fluidos corporales, especialmente orina. Bizarra, inteligente, queer, feminista, fantástica. A mí me gustó. En cualquier caso, no es una pérdida de tiempo.

7. Librería: Gallina de Guinea @gallinadeguinea
Librería especializada en libros de cocina. Supe de la existencia de este maravilloso proyecto en San Ángel por un amigo en la comunidad libresca. ¿Por qué no me habría de encantar? Es la mezcla perfecta entre gastronomía y una buena curaduría de libros, en un espacio moderno y acogedor al sur de la ciudad. Encontré joyas. Además, yo me dedico exactamente a lo mismo, así que aprecio un trabajo bien hecho cuando lo veo.

8. Expo: Impresionismo en Bellas Artes
El Impresionismo es tan atemporal como se puede con el arte, y estuvo muy ad hoc que la inauguración coincidiera con la bienvenida de la primavera. Todo el mundo iba vestido con colores pastel y estampados florales; me dio alegría. Sin embargo, creo que estas expos traen lo que pueden: no es la obra más representativa y tampoco es la colección más extensa. Supongo que está bien. Lo más notable de la noche fue el brindis: vino en la galería y un inesperado momento de sororidad.

9. Película: Bones and All
Esta semana vi Bones and All del director italiano Luca Guadagnino. No la vean mientras comen, como ingenuamente hice yo. Creo que es un romance profundo y convincente, de esos que literalmente consumen. Imperfecta, metafórica, bastante gore. Para mí un gran logro.
