- Teatro: Conejo blanco, conejo rojo de Nassim Soleimanpour protagonizada por @okaginer en @lateatreria
La aclamada White Rabbit, Red Rabbit celebra su última temporada en México, así que tienen todos los martes de julio para ir a verla. Ahí les va la premisa:
Sin ensayo, sin dirección: cada función la protagoniza un actor o actriz distinto que recibe el guion en un sobre sellado y lo lee por primera vez frente al público. Teatro experimental en estado puro. No voy a revelar el contenido porque sería un despropósito para la obra, pero puedo decir que es una experiencia única y bastante rara atestiguar deliberadamente un acontecimiento humano, en su vulnerabilidad, espontaneidad, complicidad, y por supuesto, en su riesgo. Desde su estreno en Edimburgo en 2011, ha sido presentada más de 3,000 veces en todo el mundo por figuras como Whoopi Goldberg, Nathan Lane, Michael Sheen, Catherine Tate y Alan Cumming; y en el mundo hispano por Irene Azuela, Cecilia Suárez, Luis Gerardo Méndez, Ximena Sariñana, Diana Bracho, Ilse Salas, Susana Zabaleta, Tessa Ia, Julieta Venegas, entre muchísimos otros. Si sienten que se están perdiendo de algo, es porque sí se están perdiendo de algo.
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2. En tendencia: Studio Conchita
Obsesionada como estoy con los objetos de vidrio, este mes visité Studio Conchita en la Roma Norte. Este pequeño atelier es un espacio hermoso donde la curaduría visual se siente intuitiva y onírica. Las piezas están hechas con vidrio reciclado, transformado mediante técnicas de vidrio al soplete y vidrio jalado, en diálogo con orfebrería clásica en oro y plata. El resultado: piezas absolutamente únicas.
Compré un vaso verde musgo, mi color favorito. Un vaso de agua perfecto que alegra los ojos.



📍Tampico 41a, Roma Nte., Cuauhtémoc, CDMX.
3. Libro: Delicias turcas de Jan Wolkers
Me presentaron este libro como un clásico de la literatura erótica. Y sí, arranca con escenas obscenas y divertidas (algo que debió ser un escándalo en los sesentas, cuando se publicó por primera vez), pero en el fondo creo que más bien es una historia de amor. De una manera inesperada y convincente, desnuda lo absurdo de la vida, del amor, de la vanidad y de la muerte. Ni risas ni lágrimas faltaron.

4. Comida: Delicias turcas
A pesar del título, en el libro de Jan Wolkers las delicias turcas o lokum aparecen exactamente una vez, pero fue suficiente para sembrar en mí la curiosidad por esos dulces que nunca había probado. Gelatinosos y perfumados, estos cubitos son como las suntuosas almohadas de Las mil y una noches, donde se hacía todo menos dormir. Atravesé la ciudad en una tarde lluviosa para conseguirlas frescas, pero valió mucho la pena. Obviamente, nada como acompañarlos con un café turco.
📍Shifa Turkish Delight Av. Forestal #10, colonia San Lorenzo Huipulco, Tlalpan, CDMX. L-S 10-8:30.

5. Restaurante/bar: Sapo Botanero Asiático
Sapo Botanero Asiático, en la Roma Norte, es un izakaya moderno: una sola barra larga, luces tenues, letrero de neón, madera oscura, detalles en rojo y dorado, una enredadera afuera, hip hop relajado de fondo. Servicio personalizado, amigable. No puedo dejar de recomendar el Nigori Sour de yuzu, un trago brillante en su acidez, cremoso, buenísimo para equilibrar lo intenso de la comida, que está para babear. Todo está rico. Fui fan del pollo karaage, la papada, el pulpo, los elotitos. El tazón de arroz filipino con wagyu y huevo me pareció espectacular. 10/10 para este lugar, cumplió con toda la expectativa que tenía de él.
📍Guadalajara 61, Roma Norte, Cuauhtémoc, 06700, CDMX


6. Bar/Música: Zinco Jazz Club
Zinco es el club de jazz en Ciudad de México. Enclavado en una antigua bóveda bancaria del Centro Histórico, este lugar semi clandestino y elegante alberga a los mejores exponentes del jazz, tanto mexicanos (que los hay, y muy buenos) como internacionales. La atmósfera es un poco húmeda, un poco melancólica, ligeramente decadente. Literalmente estás en las entrañas de un banco abandonado, pero en lugar de lingotes, hay música en vivo y cócteles clásicos. La programación cambia cada semana y la anuncian con tiempo en redes. Protip: lleven efectivo.
📍Calle de Motolinía 20, Centro Histórico, Cuauhtémoc, CDMX


7. Libro: La próxima vez que te vea, te mato de Paulina Flores
El disparate como antídoto al desamor. Este es un melodrama kamikaze donde la protagonista es una falsa femme fatale que en secreto se corta las venas por amor. Sin pedir ni perdón ni permiso todo en estas páginas orbita en torno al deseo, la posesión, el abandono y la violencia emocional. Hay también algo de thriller afectivo, algo de comedia pop, algo de crónica del desencanto generacional. Es un libro muy contemporáneo. La voz de Paulina Flores es feroz, desvergonzada, medio sucia, creo que justo por eso se lee muy lúcida. Me gustó. Excelente lectura de verano.

8. Expo: SIGN IN de Tina Girouard en el Museo Tamayo
En 1983, la artista estadounidense Tina Girouard fue la primera mujer en presentar su obra en el Museo Tamayo. Su trabajo siempre ha girado en torno a los rituales de lo cotidiano, la creación de comunidad y lo efímero capturado en performance. SIGN-IN, cuarenta años después de su debut en México, es una retrospectiva integral de su obra y visión, aunque creo que hoy representa algo distinto a lo que representó entonces: los rituales han mutado, los objetos han mutado, la idea de comunidad ha mutado. Lobr a también ha mutado. Lo que más me gustó fue su colaboración con el artista haitiano Antoine Oleyant – vibrante, atrevida, llena de lentejuelas.
En este momento, el Tamayo también tiene en exhibición Futuros Arcaicos, una muestra colectiva que imagina el porvenir desde lo cósmico, lo mitológico y lo ancestral. Aquí, el pasado no es nostalgia, sino punto de partida. Está el trabajo de Gabriel Orozco, Damián Ortega, Louise Nevelson, los hermanos Pomodoro, Rothko, Melanie Smith, Kiyoshi Takahashi (un favorito personal), Tàpies, y bastantes otros.
La curaduría del Tamayo logra algo poco común: establecer un diálogo entre las exposiciones que conviven en el museo.


9. Bar: Felina
Felina está fuera del circuito principal de la Condesa (y casi no quiero recomendarlo porque se siente como un secreto de conocedores). El espacio combina arquitectura art-decó con mobiliario mid-century en un espacio oscuro, acogedor, jazzy, muy cool. Es el lugar perfecto para pedir un Martini o un vermut de la casa, aunque no hay nada en el mundo como el Buñueloni de Felina. Los tacos también son buenísimos, recomiendo sobre todo el Marajá: lentejas al pesto de hierbabuena, hummus, tzatziki y chile güero sobre tortilla de pan pita.
📍C. Ometusco 87, Hipódromo, Cuauhtémoc, CDMX

